En Buenos Aires, cumplí con lo que ya considero un ritual: visité a Hipólito Solari Yrigoyen, sobrino nieto de Don Hipólito, y a su esposa Tessy Hansen.
Conversamos largamente sobre las horas que vive el país y la necesidad de volver a poner en marcha y de pie esta gran fuerza popular como es el radicalismo.
Previamente me fotografié en el lugar donde se encuentra emplazada la pieza escultórica que reproduce la figura de Hipólito Yrigoyen.
Yo, como miembro pleno del Instituto Nacional Yrigoyeneano, rindo el culto a Don Hipólito de manera permanente. El país necesita poner de pie al radicalismo para que los aventureros no sigan reinando en la Patria.